El juego, una herramienta para la salud.
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Como hemos señalado en otras entradas de este mismo blog, los beneficios del juego para el desarrollo son múltiples y variados, pero queremos hacer hincapié en el beneficio para la salud (si es que puede separarse de lo comentado hasta ahora).
Desde la actividad física de los juegos deportivos, en un mundo cada vez más sedentario, a la psicomotricidad final, la estimulación cognitiva, de la atención, de la generación de alternativas, la concentración, la memoria… y la expresión y gestión emocional, el juego tiene numerosos beneficios sobre la salud. Esto lo convierte en una herramienta fundamental en la terapia infantil, pero también en una estrategia poderosa para el trabajo en la adultez y la tercera edad.
En la actualidad hay cierta tendencia a la gamificación, es decir, de usar el juego como estrategia de aprendizaje para distintos objetivos. Dicha tendencia aparece al observar los resultados positivos que se derivan del uso del juego en el aprendizaje y la motivación. Esta idea ha llegado a la salud y disponemos de juegos (aplicaciones en concreto) para aprender a manejar la ansiedad y el estrés, la diabetes o generar conductas saludables, entre otros.
Pero los beneficios del juego van más allá. El juego en familia va a favorecer el establecimiento de vínculos fuertes y saludables, generar un lugar seguro en el que poder expresar emociones, frustraciones y aprender a manejar turnos, normas, límites. Esto va a ayudar a reducir el estrés y la ansiedad familiar, además de indagar sobre nuestros puntos fuertes y débiles y trabajar sobre ellos.
Si ampliamos el círculo de la familia y nos centramos en lo social, descubrimos que el juego puede ser un lugar de encuentro comunitario. El juego en grupo potencia la creatividad común y genera experiencias comunitarias que favorecen la salud. A través del juego se establecen vínculos solidarios, estimula el pensamiento crítico y mueve a la acción. Es, en definitiva, un espacio de encuentro de gran carga afectiva que genera cohesión social.
Y es que el bienestar y la salud, difícilmente pueden vivir separadas y el juego es un generador de bienestar ideal. El tiempo dedicado al juego en familia o en comunidad, es tiempo dedicado al vínculo, es una expresión de la importancia que damos a dicho vínculo y por lo tanto, lo fortalece (siempre que la competitividad no se apodere de nosotros). Compartir tiempo de calidad ayuda a generar confianza y espacios seguros.
Los juegos colaborativos son un buen recurso para el establecimiento de vínculos. Aquí tienen un papel importante los juegos de piezas sueltas. ¿Os animáis a jugar en comunidad con Criaturas Infinitas?
Virginia Burgos