El juego y el acoso

El juego y el acoso

El acoso escolar es un tema que nos preocupa a los adultos implicados en la educación de niños y niñas. Las estadísticas son contundentes y ante un riesgo tan presente, con frecuencia nos preguntamos qué podemos hacer para detectar y evitar estas situaciones.


Estar atentos y abiertos a la comunicación es fundamental, así como detectar aquellos cambios bruscos en el ánimo o el comportamiento que puedan llamar la atención. Ante cambios en los hábitos de comida o sueño, cambios bruscos de humor o señales físicas, entre otros, es importante llamar al colegio para transmitir y recibir información sobre el o la menor, pero adelantémonos un paso…


¿Cómo podemos evitar estas situaciones? Es imposible dar una respuesta única y veraz, pero sí podemos dar algunas claves para educar desde la empatía y la comunicación emocional. El juego de roles puede ayudar a ensayar momentos de la vida adulta desde la infancia, representar situaciones potenciales de la vida real buscado la coherencia emotiva ayuda a conectar con la emoción ajena, a ponernos en el lugar del otro. Es importante, para ello que mantengamos una comunicación fluida, mostrar y hablar de nuestras emociones, como adultos y estar dispuestos a escuchar a los más pequeños, animarlos a hablar de aquello que les gusta y no, de cómo se sienten, más allá de las conversaciones prácticas que con frecuencia abarcan el día: “¿Cómo te ha ido en el colegio?”, “¿Has hecho los deberes?”, “Pon la mesa…” Conectar de un modo profundo y no como estrategia para conseguir que estudien o hagan las tareas, es indispensable.


Por otro lado, tengamos un ojo puesto en el juego. No todos los juegos deben ser guiados, de hecho, el juego libre, además de ser necesario, puede darnos mucha información sobre la relación de niños y niñas con amigos y compañeros. Atender a estas relaciones nos puede dar un dato acerca de la calidad de las mismas y ayudará a detectar posibles situaciones abusivas y a trabajar sobre ellas.


Hablar de los conflictos y dar herramientas para resolverlos va a proteger a nuestros niños. La falta de recursos puede llevarnos a convertirnos en agresores o agredidos de forma puntual o mantenida. Un amplio abanico de recursos será un factor de protección ante el acoso.


Dejémosles aprender a través del juego, observemos e intervengamos ante situaciones de violencia explícita o implícita, ante el aislamiento o el rechazo. Ante el acoso, no miremos a otro lado, intervengamos, protejamos.

 

Virginia Burgos

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