El riesgo de no permitir el riesgo

El riesgo de no permitir el riesgo

Ha llegado el momento de hablar de aquello que tanto tememos los adultos, el juego de riesgo, es decir, aquel que implica un reto físico para el menor. A los adultos, por lo general, este tipo de actividades nos genera miedo. Y es que el reto físico conlleva peligro a nuestros ojos, ¿es realmente así?

Debemos distinguir entre reto e imprudencia. Los niños y niñas por lo general deciden qué retos asumir y, en caso de que el peligro no sea percibido por este, debemos intervenir. Preservar la seguridad de los más pequeños es no solo deseable, sino una obligación, pero para ello debemos identificar los peligros reales y permitir que se enfrenten aquellos que no son un riesgo para su integridad.

¿Qué juegos concretos son estos? Hay distintos tipos de juego de riesgo, desde aquellos en los que los niños y niñas trepan a cierta altura, a los que implican velocidad como la bicicleta o patines, juegos de lucha o aquellos en los que se usan herramientas reales.  Este tipo de actividades nos alertan, y es necesario estar pendientes, pero tanto como distinguir nuestros temores de los de los más pequeños. Es fundamental no transmitir nuestros miedos para no restar seguridad a sus conductas. Probándose conocerán sus propios límites y decidirán que retos son aptos para sus habilidades. Esto no implica abandonar la prudencia. Los niños y niñas pueden obviar algún peligro, en estos casos debemos estar atentos para prevenir heridas mortales sin alarmarnos ni alarmarlos a ellos.  En el equilibrio está la clave.

Enfrentarse a este tipo de juegos ayuda a evaluar situaciones y tomar decisiones al respecto, a conocer las limitaciones y a ganar confianza en sí mismos. Por esto debemos dejar que asuman retos de dificultad progresiva. Así adquirirán conciencia del riesgo objetivo de las situaciones. Además, con estos juegos los niños y niñas trabajan habilidades motoras, resistencia, fuerza, percepción y orientación, entre otros.

No permitir que los niños y niñas se enfrenten resulta peligroso ya que no solo no tendrán conciencia del peligro real de las situaciones, sino que se verán privados de las habilidades que pueden desarrollar a través de este tipo de juego y de las emociones implicadas con la consiguiente repercusión para su autoestima.

Nos toca la difícil tarea de permitir actividades que nos alertan sin restringir sus actividades. ¿Recuerdas a qué retos te enfrentabas tú a su edad?

 

Virginia Burgos

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