Las emociones en el juego

Las emociones en el juego

Los juegos simbólicos y aquellos en los que niños y niñas desarrollan roles, permiten expresar y representar emociones y relaciones sociales. Aquí, la aparición de emociones es evidente, pasan a formar parte del juego: me enfado porque el bebé no ha hecho los deberes, por ejemplo, pero no solo los juegos de roles tienen esta implicación. Los juegos nos enfrentan a situaciones sociales, a perder o ganar, a colaborar… son un caldo de cultivo emocional..

Y ¿qué son las emociones? Son respuestas neurofisiológicas a estímulos internos (como pensamientos) o externos. Estas respuestas son involuntarias, por lo que es fundamental poder reconocerlas, interpretarlas de forma adecuada y aprender a regularlas.

Es importante destacar que no hay emociones buenas o malas, las emociones cumplen una función, aunque algunas sí resulten desagradables… El enfado, por ejemplo, me ayuda a poner límites. Si puedo identificar la emoción y gestionarla, podré aprender a poner dicho límite de forma asertiva y empática. Si no lo hago, quizá mi respuesta tienda a ser un tanto más violenta… Y es que los demás también se emocionan y es igualmente importante reconocer las emociones de los otros para socializar de una forma adecuada. A esto lo solemos llamar inteligencia emocional.

Para ser emocionalmente inteligentes debemos enfrentarnos a situaciones que generen emociones y que nos ofrezcan la posibilidad de regularlas y expresarlas. El juego es un lugar seguro para ello. En ese contexto los niños y niñas pueden enfrentarse a emociones reales o simbólicas, propias o de los personajes que representan. Suena a lugar de entrenamiento, ¿verdad?

Experienciar la emoción es básico para poder identificarlas en el futuro y desarrollar estrategias de autogestión. Cada frustración en el juego es una oportunidad, cada explosión de alegría, cada enfado… Siempre y cuando demos estrategias a los niños y niñas cuando regularse les resulta especialmente difícil. Hablemos de emociones, aprendamos juntos.

¿Te animas a emocionarte jugando?

Virginia Burgos

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