¿Qué juego es mejor?
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La sociedad contemporánea, poco a poco, va asumiendo que el juego es fundamental en la infancia. Ante la preocupación creciente por cubrir las necesidades de los y las niñas, es frecuente plantearse ¿qué juego es adecuado para mi hija?
Se abren muchas opciones al respecto, pero nos centraremos en dos de ellas, juego estructurado y juego no estructurado, tipologías de juego de las que hemos hablado ya en este blog.
Volvamos a la duda ¿qué juego es mejor? Como en casi todo, en el equilibrio está la virtud. Y es que estos juegos aportan beneficios distintos y compatibles entre sí.
El juego no estructurado potencia la creatividad y la autonomía, favorece la exploración del mundo de manera independiente y libre. Esto va a favorecer una imagen de sí mismo capaz: me enfrento, decido enfrentarme y lo hago. Sin embargo, no todos los niños y niñas tienen esta tendencia a vivir desafíos. El modelo es fundamental en la infancia, ser ejemplo de la conducta es una herramienta muy poderosa que promueve la aparición de nuevas conductas. De este modo, cuando el niño o niña no sabe cómo realizar determinada actividad, que el adulto la realice primero puede ser una gran baza.
Reglar un juego libre implica dar pautas de acción para el juego a las que, de otro modo, los niños y niñas no habrían llegado. Se trata, por lo tanto, de ampliar su mundo. Cuando reglamos un juego libre estamos dando una segunda vida a dicho juego y permitiendo que los niños y niñas completen el aprendizaje que puede derivarse de su uso. Así, por ejemplo, podemos dar un objetivo a los juegos de piezas sueltas como crear una casa, hacer un animal… y podemos complicarlo tanto como queramos, poniendo límite de piezas, creando un modelo a reproducir o usando una limitación de tiempo.
Los juegos reglados ayudan a desarrollar estrategias de resolución de problemas, la secuenciación… y a enfrentarse a la frustración ante el fracaso. Estas son habilidades fundamentales para la adaptación a la sociedad que pueden desarrollarse de forma lúdica y en espacio seguro.
No podemos, por lo tanto, elegir una única tipología de juego, la potencia de ambos, combinada, hace un cocktail maravilloso del que los y las niñas se pueden beneficiar, pero cuidado, no olvidemos en favor del aprendizaje el objetivo fundamental del juego: disfrutar. Permitamos que los niños y niñas jueguen sin necesidad de cumplir objetivos educativos.
¿Nos animamos a buscar formas de juego reglado con criaturas?
Virginia Burgos