¡Resistámonos, como adultos, a abandonar el juego!

¡Resistámonos, como adultos, a abandonar el juego!

El ser humano ha hecho teatro desde la Edad Antigua. En Grecia, el teatro servía como herramienta ejemplarizante y demostración de poder. A lo largo de la Historia, las distintas artes se han interesado por él, desde la plástica y la arquitectura, a la danza o la música.
¿Pero por qué nos atrae tanto el teatro? Ni que decir tiene que la ficción es atractiva para el ser humano… somos consumidores empedernidos de ficción, desde series a novelas, pero pasemos a hablar desde el punto de vista del actor o actriz.
El teatro favorece la autoestima. Poner a jugar un rol nos ayuda a potenciar áreas de la propia identidad que guardamos para nosotros por miedo al rechazo. En el teatro nos podemos permitir sacar estas partes oscuras a pasear sin consecuencias. La identificación y expresión emocional son fundamentales para dar vida a un personaje. Entrar en contacto con la emoción, con la vivencia, con sucesos traumáticos que no nos son propios, pero pueden ser análogos, nos permite entrenar la gestión emocional, las herramientas de afrontamiento y la empatía. En teatro también requiere tener consciencia del propio cuerpo y sobre ello se trabaja en cada ensayo, ser conscientes de nuestro estado físico y emocional nos coloca inevitablemente en el aquí y ahora.
Pero además de lo propiamente actoral, el teatro nos abre la puerta a otras vías de expresión artística: musical, danza, plástica… La Dramaterapia hace hincapié en la potencialidad de estos lenguajes para el uso del teatro como terapia. Poder crear la escenografía o el vestuario de la propia obra, es una forma de vehicular la creatividad y la expresión emocional. Este trabajo puede hacerse con piezas sueltas, con juegos de construcción que los adultos, con frecuencia, abandonamos con la madurez…
El arte permite poner sobre la mesa emociones, problemáticas, y conductas que en el día a día no nos permitimos, porque cuando termina el ensayo, se cierra el telón. Y es que el teatro es, en definitiva, un juego.
No se puede dejar de lado la importancia de la relación con los otros en teatro. Hablamos de un arte social por excelencia, imposible de hacer de forma independiente. Si bien se pueden realizar monólogos, dichos actores necesitarán de la presencia de un director, escenógrafo, iluminador, técnico… las relaciones sociales son básicas para el teatro y, por lo tanto, su práctica nos ayuda a desarrollarlas, a crear y manejar vínculos, a gestionar los conflictos, a escuchar de forma activa.

 

Virginia Burgos

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